La mujer que lee las líneas en la palma de la mano dice tantas cosas que sería imposible que por lo menos una de ellas no fuese cierta.
Hace un par de semanas debió leer de porcentajes y probabilidades en alguna revista porque me pronosticó que vería al amor de mi vida entre 50 y 50 por ciento si yo me vestía de azul.
El día en que más acertó sobre mi destino fue cuando le conté que me había dejado mi amante, y tras tocar mis manos dijo, estarás triste y no encontrarás fácilmente el camino hacia la serenidad.
Era fácil acertar, aunque después le he mentido hablando sobre mujeres inventadas que van a mi casa a compartir conmigo el vino cada fin de semana.
La mujer que lee las líneas en la palma de mi mano no ha notado que pago por su caricia displicente sobre la mano, las líneas y los dedos.
A veces noto que sus dedos se quedan quietos entre los míos, y sin que quiera interpretar las ondas en mi mano, quiere la ternura que se entrega en una mano sosteniendo la otra.
