Entre libros y clientes

La mujer en la librería del centro comercial observa a un cliente y le pregunta acerca del libro que está buscando.
Unas veces recibe el título exacto o el nombre del autor con una referencia imprecisa al título.
Algunas veces le hablan de la portada, en esto son más imprecisos los compradores, como uno que solo le decía, es una mujer, con falda, está de espalda y tiene las manos atrás.
Luego de caminar con el cliente por los pasillos junto a los estantes recordó a Midori, personaje en Tokio Blues de Murakami. Ese era el libro buscado para regalar a una mujer con afición por el escritor japonés.


La mujer en la librería del centro comercial lee las reseñas, es el único instrumento para usar con quienes se antojan de leer por lo que alguien mencionó superficialmente sobre la obra.
Lee, cada noche y cada día lee, encuentra pasión en la lectura, aun así, no todos los libros del lugar le llaman la atención. En su hora de descanso toma un libro y lo va diseccionando hasta haberlo leído por completo.
Le gusta la curiosidad de los niños por los libros, pero esa sección la atiende una amiga suya, así, no puede disfrutar de verlos aferrarse a una historia hasta que el nudo final de la misma está resuelto.
Un día alguien dejó una nota en medio de un libro, una especie de carta sin botella lanzada al azar. Era una mujer declarando su amor al desconocido que abriera en esa página la Insoportable Levedad del Ser.
Ese día, cuando tomó el autobús de regreso a casa, la dejó junto al conductor, sería un hombre que empezaría a creer en el amor y en el azar al mismo tiempo.

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