En la ciudad de los paraguas tú no estás para quejarte de la lluvia. Por ti soy un loco inofensivo. Y mi locura empieza en tus ojos que me miran, va hasta tus oídos que me escuchan, vuelve a tus ojos cuando me lees e inevitablemente se convierte en ternura cuando me dejas llegar hasta tu corazón.
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