Después de haber sucedido lengual y digital sobre su cuerpo, de reconocer una ignorancia total acerca de heridas mínimas en su cuerpo, de ver sus orejas sin espacio para aretes, me sorprendió observándola lleno de curiosidad más que de deseo, le respondí a la inquietud que aparecía en su rostro, es que no tienes cicatrices, ni siquiera la acostumbrada perforación en las orejas.
Me dijo, en el futuro puedes cambiarte la piel, yo tenía la mía llena de tatuajes, y como sé que no te gustan, tomé la decisión de cambiarla.
La miro con el gusto de quienes admiran a los que inventan, ella hace un gesto y dice, es cierto, he venido del futuro para estar contigo, serás alguien con cierta fama, y pudiendo volver al pasado he venido para conocerte.
Me quedo viéndole los ojos y en voz alta digo, estoy soñando, ¿cierto?, responde, no, es seguro que recuerdas cada paso de esta noche, de esta tarde, de ayer y de otros días en que nos hemos visto. Se aproxima y me muerde, me resiento, me besa, y me dice, deja ya de complicarte, sigue desnudando mis secretos.