Busco la desnudez de tus senos en la voz del verso. Enumero lenguas y puentes verbales hasta llegar al número que abre tu botón umbilical. Observo nubes y todas forman la línea de tu caldera para que yo la abra.
Llegas a la cama con el silencio salpicado de sugerencias en tus ojos, me miras como si todas las plegarias hubiesen acudido a mi boca, me besas y dices, el beso es el milagro mientras tú lengua ora entre mis dientes.