Los viernes en la noche considera cumplidos todos sus compromisos de trabajo, no hace parte de esta consideración lo que ha dejado pendiente en la oficina, para él después de abandonar el espacio físico de la oficina antes del día de descanso nada lo compromete. Los días laborables, las horas de trabajo no tienen otra fecundidad que la de la mantener las heridas sangrando. Sí, es una metáfora, eso piensa y no le preocupa sea un lugar común, igual, a nadie le menciona esto de sus pensamientos acerca del trabajo.
Se olvida de todo, pone su cerebro en lavado y secado automático, cruza un par de calles y ya todo es otro mundo, se le antojan los planes de sus amigos, ir a un bar por unas cervezas, cruzar la ciudad para visitar a unos amigos, escoger un cinema para ver una película, practicar un deporte en compañía de un grupo de compañeros aficionados al mismo juego, tener una amiga con la cual robarse del uno y del otro un rato de sexo, salir de la ciudad e ir a un lugar más tranquilo. Piensa más de lo que actúa, llega al apartamento, cuelga su cuerpo del silencio y se deja ir por encima de sí mismo para caer en el único tono dentro del cual puede renacer para estar tranquilo.
Imagen de Reimund Bertrams en Pixabay