De los que llevan una soledad sin aliño, sin alarde, de ellos son los días de lluvia, les ha tocado en suerte la vocación musical de la nube, escuchan su música interpretada en el aire por una conjunción innumerable de gotas. Van como vienen, su destino es una vuelta de más en la rotación de la tierra, no se trasladan, mantienen la promesa del sedentarismo emocional hasta cuando la lluvia en sus afanes los olvida, y quedan a merced de ser recogidos para tejer el ritmo entre sístole y diástole en un corazón excitado por la penumbra. Para los que sin alarde llevan en su pecho una soledad comprendida, para ellos es el beso en el aire polinizado por gotas de nube.
