Uno lleva la tristeza, espera que alguien la compre, en el bar de la esquina te ofrecen cervezas y tragos, pero no te pagan, más bien te cobran, y al final sales igual del limpio, sin nada en qué sostenerte. Uno lleva la tristeza, la recogen los amigos, ponen toda su bondad para quebrarla y dejarla en el olvido, y pasa que funciona un rato, eso sí, después vuelve con la misma fuerza. Uno pone la tristeza, y la soledad se asoma para ir con ella, nunca sabe a dónde, nunca sabe si tristeza y soledad se perderán en los ojos de alguien que nos llega adentro al mirarnos, pero la soledad se aguanta, sabe que apenas aparezca la mujer que a uno le gusta, soledad y tristeza se perderán para siempre, claro está, la mujer que a uno le gusta no aparece, está a un par de nieblas invisibles que la alejan en la distancia.
