Hace frío, te resientes, la ciudad adquiere su temperamento nocturno, la ventana y la cortina no son suficientes, buscas la almohada, la segunda almohada y la pones contra la ventana, eso ayuda a que el frío se detenga, te acomodas, te arrullas con tu fatiga del día, ya cansada quieres el descanso que da el sueño en tu cama. Das la forma de tu cuerpo en el útero a tu cuerpo esta noche, pones una y otra nota a pie de página en tu memoria, el recuerdo de un día en que te dijeron que mañana no sería jamás como hoy, quieres poner luz a una memoria perdida en la sombra del tiempo. Hace frío, es casi la media noche, es hora de repasar las maneras conocidas de caer en el descanso nocturno. Cuentas, uno, dos, tres, cuatro, cinco, hasta diez, y sigues poniendo memorias en tu desvelo.
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