El policía tomó la carta y empezó a leerla en voz alta, fue así que entendió como los tres nos habíamos ido a los golpes, yo tenía un morado en el ojo derecho, el hombre del café había recibido una fuerte patada en una pierna, una señora que apoya en actividades de seguridad en el centro comercial, no estaba maltratada pero era culpable de habernos golpeado a los dos hombres. Los tres habíamos discutido por ser el propietario y destinatario de la carta que alguien dejó en la mesa, una carta de amor, los tres después de haberla leído queríamos y deseamos hubiese sido escrito para cada uno. El policía quiso irse sin proponer solución alguna, fue entonces cuando los tres caímos sobre él, esa carta nos pertenecía a cada uno de nosotros, no podría ser de otro jamás
