Milagros

El mejor de mis amigos ha puesto en la esquina una venta de milagros. Ante la preguntas correspondientes el responde, «estos son milagros antiguos, ya pasaron, yo solo los estoy ofreciendo como una historia. Si usted trae un milagro, uno cualquiera o uno significativo en su vida, pues yo vendo aquí su relato». Una mujer ha estado en la tarde de ayer, le contó que una vez tuvo un orgasmo recogiendo con su nariz el aroma de las frutas, las verduras y alimentos preparados y sin preparar en la cocina. Uno largo, intenso y lleno de temblores. Así le dijo.

Ante el ofrecimiento mi amigo le ha puesto un precio, algo mínimo, casi nadie compra lo que él vende. Ella le responde con una sonrisa. Le responde, «no, no quiero que vendas mi relato, vende mis frutas». Las ponen sobre una tela verde que ella ha traído, y las ponen en venta indicando que tras olerlas todos serán lanzados a la periferia en donde todo es éxtasis. Una pareja, un hombre y una mujer, compran una pera y un mango. En su casa, tras ponerlas en la mesa junto a la cama y olerlas al tiempo han tenido que olvidarse de salir del apartamento. Al final de la noche tiemblan y se sienten dichosos.

Imagen de Christine Sponchia en Pixabay

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