Fríos tímidos

Los jueves hay descuento en la estética para quienes vayan a cortarse las uñas, es para parejas, yo voy con la vecina del 703, una semana la invito yo y a la siguiente ella lo hace. Esta noche fuimos, estaba lloviendo, cada uno llevó su paraguas y al llegar al local tuvimos que esperar sentados en el sofá. Tras unos segundos me pidió prestado el saco y se lo puso en las piernas, yo di por sentado que el frío de la lluvia la había alcanzado y con la lana del saco se lo quitaría.

Estaba muy callada, casi siempre tiene una historia para contar, y cuando no empieza a preguntar por todo lo que puede uno decir de su vida, los amigos o la familia. Cuando le pregunté porque tanto silencio solo sonreía y ofrecía una excusa muy antigua, «estoy cansada, la semana ha estado pesada». Sin que lo hubiera preguntado, le hablé de la mía, supuse que la suya habría tenido el mismo nivel de fricción y la misma cantidad de obstáculos día a día.

Sonreía conteniéndose, miraba al frente a quienes en el otro sofá esperaban su turno, luego movía las manos sobre mi saco y se aseguraba de que estuviese cubriendo sus piernas. ¿Por qué estás tan incómoda?, eso le pregunté, y me dijo que iría al apartamento y volvería pronto, ya me contaría lo que le pasaba. Cuando volvió estaba sonriente y con la vivacidad de siempre.

Se acercó a mi oído y me dijo, «es que antes me había venido sin bragas.»

Imagen de Aleš Kartal en Pixabay

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