No se escuchan las teclas de las máquinas de escribir, no existe el ruido de las impresoras de punto, los estudiantes envían los trabajos escritos sin imprimir. Ya no se extienden sus horas en dejar sobre el papel aquello que pensaron y diluyeron en las palabras. Son las cuatro de la mañana, no esperaba esos ruidos, solo silencio, todavía las ventanas en las cocinas están con sus luces apagadas. Quizá uno de los dos vigilantes duerme en la portería mientras uno vigila que no lo descubran. No se escucha el gatillar frenético de los perros ladrando a la luna, los gatos han vuelto al lugar donde el sueño los acoge. Son las cuatro de la mañana desde hace un tiempo, tal vez más tiempo del que quiero estar despierto sin poder continuar con el descanso nocturno. Yo amé a una mujer, pensaba en eso, un poco para dejarme llevar por esa idea y escribir algunas palabras sobre ello, yo amé a una mujer y quizá es todo lo que debía hacer en la tierra, sin embargo la tierra no sólo me reclama eso, yo amé a una mujer y ella es ahora todas las mujeres, es ahora la luna la del reclamo, así que dejo la idea abandonada.

Buen texto
Gracias