La muchacha de la bicicleta que acaba de seguir la instrucción silenciosa del color rojo en la parte alta del semáforo debe estar en los veintisiete años. Es una suposición, también lo es que la chaqueta de color verde que lleva puesta para cortar el viento se la regalaron el pasado cumpleaños. Digamos que fue uno de sus amigos, la llevó hasta su casa en una bolsa de regalo de color naranja, la puso en la mesa en donde estaba dispuesta la torta para la celebración. La muchacha toca la parte superior del cuello, recuerda en ese instante el sabor de la torta, tres leches, el color de las velas, no pusieron veintisiete, eran cinco, alguien tuvo la idea de escribirlo en romano, xxvii, ella no lo entendió, cuando se lo explicaron dijo, ‘a esa clase no fui’ . El amigo hizo fotos, la mama hizo fotos, y para no enumerarlos a todos, los que tenían un celular hicieron fotografías del momento. Esa tarde, un sábado, pongamos ese día porque en esta ciudad es complicado que las personas salgan de sus oficinas al final del día y vayan a la casa de alguien a celebrar un cumpleaños, por muy amigos que sean, entonces este fue celebrado en sábado por la tarde. El semáforo cambia de colores, se pone verde, se pone en movimiento la muchacha sobre la bicicleta.
