Beso

Para besar use palabras suaves, póngalas lentamente en el borde de la boca, en la frontera donde la piel cambia de color para hacer el croquis de los labios. Sienta la prisa de las palabras por ser lanzadas hacia el fondo en donde la lengua entiende de sabores, en donde se derriten y pasan a ser pronunciadas con franqueza en cada susurro.

Camufle entre los dedos algunas palabras, aquellas que se dicen en secreto, por ejemplo, asombro, trueno, pálpito. Ellas irán aproximándose desde la periferia, profundizando por las penínsulas, liberando sus acentos entre los pliegues, rozando la piel al tiempo que vuelan sobre ella.

Deles uso a los verbos frotar y tocar, no presuma la fuerza, vaya suave hacia adelante, y también lentamente hacia atrás, para que no se note la intención de invadirlo todo ni la terquedad de saberse deseado. Adelgace la lengua con vigorosidad, y atrévase a ir con ánimo de sparring por la otra lengua, como si escrutara las palabras que se han quedado desde siempre en la punta de la lengua.

Cuando diga lengua entiéndala como sinónimo de la palabra humedad, siéntase libre de sentir el apetito lingual, la sensación de ser viajero planetario, y viaje por el deseo que se ofrece como boleto de ida y vuelta hasta el corazón.

Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay

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