La tarde abrió para el sol sus horas y el sol siguió distante, lejano, descontando de sí mismo su luz, aún así, el deseo solar por cubrirlo todo, el gusto de la tarde por llenarse de luz, esto no se da, las nubes cruzan lentas sus alas sobre todo lo visible, ha de ser también así sobre lo invisible, no las veo desde la ventana, no estoy ahí, estoy en el cuarto de los libros, gris, esa es la tarde, esa la palabra para sintetizar su color. El frío acomete con sus acostumbradas caricias de hielo, afuera, alguien debe estar resintiéndose, adentro no hay café, el aroma está perdido en la alacena, quizá quiero una cerveza o un trago de licor, no hay, no hay licor esta tarde en el apartamento.
