Tomé la taza de café y crucé la plaza central, fui derecho hacia la puerta de salida, una amiga entraba con su hermano, nos saludamos, ella notó que yo aprecié el color de su piel en medio de su escote, apretó mi brazo y supe que había sido descubierto, nos dimos un abrazo al despedirnos, me habló cerca del oído diciendo, avergüénzate de tu indiscreción pero no te disculpes, a mí me gusta cuando lo haces. Continué con los pasos hacia la calle, atravesé el andén, pasé la calle, y en la otra acera caminé hacia el centro.
Imagen de engin akyurt en Pixabay