Empecé a caminar a las dos de la tarde, miré el reloj y eran exactamente doce segundos después de esa hora, fui primero al centro comercial y me detuve ante el lugar en el que venden café, estaba la misma mujer de ojos de sótano, me observó con la misma intención de siempre, me sentí de la manera acostumbrada, primero fue un frío intenso en la mano derecha, a lo que yo respondí poniéndola en el bolsillo, luego una pequeña lágrima se aproximó a la ventana ocular, yo parpadeé y antes de volver a sentirme atado a sus ojos giré la cabeza hacia la derecha para ver a una familia hacer fila ante un local en el que venden helados.
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