Notamos el deterioro físico en el rostro, en la velocidad de los pasos y la fortaleza que ponemos al hacer esfuerzos. Estamos viejos, eso le hemos dicho al espejo que ahora lo repite a diario. Las manchas en la piel son inaplazables, el movimiento cansado es inevitable. La miro con el mismo detenimiento al que acudí cuando la conocí hace muchos años, ella duerme, o aparenta dormir, o talvez las dos cosas y esté en ese ir y venir del que uno no es consciente porque parece estar despierto,pero está dormido, y cuando parece estar dormido se está despertando. No sé cuál es la hora, solo es una costumbre nueva despertar en la madrugada y quedarme así hasta que un sopor me vuelve a llevar al sueño. Sigo observándola, ya no es una mujer atractiva,no sé qué tanto lo fue, yo la amaba y eso era suficiente para que todo en mí se volcara hacia ella.
