Me topé en la calle con la mujer de diarios etílicos y furias escandalosas, estaba junto a la portería, no había hecho caso a los vigilantes quienes le habían pedido retirarse, apenas me vio se hizo más cerca de la puerta, me dio miedo, ella me sigue diciéndome una y otra cosa que no me parece adecuada para esa hora y menos con ella. Se aproxima a mis pasos, cae sobre ellos, me sigue, repite oraciones sin sentido, y yo no tengo sentido del humor esta mañana.
