Una fresa de fuego me recibe, una tibieza inevitable se apiada de mi boca, mi tributo es la humedad de una lengua en éxtasis, un trueno de silencios es tu respuesta, vuelvo a dar tributo a la forma que corona tus montañas blancas, ahora tu silencio es acompañado de tus párpados cerrados, hago un tercer tributo, paso suave la línea de mis dientes, muerdo alrededor, doy un sorbo con ahínco, tu mano se crispa en mi cabello, me retiro de tu pecho, subo a buscar tu beso.
Doy una, dos, tres vueltas eternas a tus labios, mis manos dan de baja a tu blusa, comprendo la desnudez de tu cintura hacia arriba, mis manos suben, reconocen las formas de tu espalda, y mientras tanto mi boca se apropia de la desnudez de tu pecho.