El reloj despertador no ha timbrado, su estornudo no ha sonado aún, lo tomo con una mano mientras con la otra busco los anteojos. Tengo la sensación de que es tarde, la luz por la ventana expresa el caracter de la mañana, el amanecer está envejeciendo ya. El reloj está apagado, no hay sombra ni luz en lo que deberían ser líneas y puntos indicando la hora. Me levanto, un movimiento más sobre la mesa y encuentro el reloj, parece que hay huelga de relojes, está estacionado en en el momento que la noche anterior lo dejé sobre la mesa.
La ducha es un lugar necesario, indispensable para despertar del letargo nocturno. El agua y el cuerpo son uno solo, ambos disfrutan, quince minutos bajo la ducha, pasar al espejo, afeitarse, cepillarse, descubrir una cana en el cabello, sonreir. Buscar en la ropa ordenada una combinación para vestir en todo el día, ya está, pasar por los zapatos, aplicarse un aroma artificial, estar listo para ir por una fruta a la nevera, un yoghurt traído del supermercado, quizá una porción de zanahoria también.
El periódico es abandonado debajo de la puerta, para alguien su misión es esa, lo levanto, voy hasta el sofá, me siento y antes que revisar cualquier artículo voy hasta la sección en la que publican el horóscopo, miro una y otra vez, mi signo zodiacal está en el lugar que debe estar, solo que no dice nada para ese signo, está en blanco. Busco en todas las secciones, no encuentro nada acerca de mi signo zodiacal.
Voy al cuarto, busco las demás cosas para salir, el celular está pálido en su negrura, todos los indicios apuntan a que está descargado. No se la hora que es, no he podido leer el horóscopo, va a ser difícil salir así. Llevo el reloj en la muñeca izquierda, el celular en el bolsillo de la chaqueta, el periódico en la mano derecha.
El gato negro de los vecinos es un juglar acostumbrado a la noche, es extraño verlo temprano cerca de mi casa, ahí viene, no quiero que se me atraviese de manera que caminaré con prisa, ya no está, debió encontrar un lugar por el cual pasar, miro hacia atrás, intento una búsqueda visual adicional, no lo veo, doy un par de pasos, miro al frente y se atravesó maullando delante de mí. El reloj recupera sus signos vitales, el celular emite un beep, el periódico se me cae, lo levanto y la sección en la que está es la del horóscopo, hay una línea escrita en el mío. ‘El futuro comienza ahora, no antes ni después, la marcha la anuncia el que debe ser’
Yo le digo, pastelito te quiero. Ella se enoja, me reclama porque yo a una exnovia le decía duraznito. Yo no comprendo el enojo. Me dice, es que no me gusta pensar en que soy algo construído para ser comido, en cambio una fruta es natural, está hecha para eso
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