El azar lanza los dados y apuesta a que nos encontramos, tú y yo, por ahí en un camino, en una tarde con el sol empantanado tras la nube. El azar también pierde y vuelve a la apuesta, juega nuevamente, pone todo en la última carta porque quiere vernos pronto con ese helado que aún no hemos compartido. Tú y yo, en cambio, vamos por ahí con la fe perdida en los mitos, no creemos en el azar y dejamos pasar la tarde y el camino, y cuando vemos el sol detrás de la nube cerramos la ventana sin saber que el azar apuesta por nosotros.
