Usó el desvelo para evocar lugares de viaje, pensar en los amigos, recordar amores, repasar la contabilidad propia, desear sentir al viento traer la lluvia, el agotamiento de las gotas en la ventana, en ese instante notó el silencio abrasándolo todo, concentró su atención en los ruidos, solo recibió los producidos por el movimiento de su cuerpo, siguió unos minutos así hasta cuando un ladrido emergió del silencio para conducir sus pensamientos a imaginar un perro ladrando al ver pasar una sombra en la calle, aunque no fue desde el mismo origen hubo una continuación en los ladridos, sintió temor por los gatos a los cuales estuvieran persiguiendo los canes, creyó entenderlo todo, como una voz amiga contando los sucesos con gritos desde lugares lejanos. En la mañana vio la hora en el reloj sobre la mesa, lo apagó antes de escuchar la alarma indicando la hora de despertarse, accedió a la costumbre diaria, así, cuando estuvo preparado salió de su cuarto y sintió miedo antes del primer saludo porque en vez de voces creyó le saldrían ladridos.
