Te gusta mirar mis manos y suponer que en tu línea familiar eres descendiente de gitanas, así cruzas con tus dedos una línea y otra, cierras los ojos, imitas voces en un idioma inexistente, luego, como una sorpresa pones un beso en la palma y dices, estaba escrito, este beso estaba escrito en mi boca y tú lo robaste con tu caricia, luego, como si mi sonrisa de agrado no fuese suficiente, dices, tu mano lo sabía y tú no, hay más sabiduría en tus manos que en tu boca, por eso ella siempre llega primero a mi sexo aunque la caricia haya empezado en tus palabras.
