En un libro imaginado donde llevo el inventario de tus cosas, he sumado en una columna para luego restar en la otra. Mis certezas de ti suman, mis dudas contigo restan, el recuerdo con exactitud geográfica de los lunares en tu brazo, suma, el impreciso acercamiento al tono de tu voz, resta. Has puesto mi nombre en tu boca, lo pronunciaste en voz baja, como en secreto para evitar ser escuchada, como en silencio para no ser descubierta, no sé en cuál columna ponerlo, en la que suma porque tu timidez aprecia mantenerme dentro, en la que resta porque te falta fuerza para elevarlo en tus cantos. El inventario de tus cosas, suma cero y resta lo mismo, me quedan las ganas de seguir sumándote, aunque pronto sea cierto que otra cifra reste.
