Carta

Iba tarde, lo sabía, la lluvia no ayudó esta tarde, cuando llegué para dejar la carta en el servicio de mensajería había cerrado el local. Afuera estaba la mujer que atiende fumando un cigarrillo. Me miró y comprendió mi pregunta, mostró la hora en su reloj, veinte minutos tarde. Me preguntó:

— ¿Era urgente?
— El amor siempre es urgente
— La carta veci, pregunto por la carta.
— Sí, es una carta de amor, y el amor siempre es urgente.

La explicación sirvió para que tras una bocanada de humo la mujer sonriera, no para que cambiara los límites de su horario.

— Pase mañana temprano, un día más, hay urgencias que deben esperar un día más.

Miré la carta, pensé en el contenido, en la declaración de amor, en la mujer para quien había sido escrito, en el tiempo que debería esperar para obtener una respuesta.

— Puede enviarle un mensaje de texto, llamarla al teléfono, incluso, si vive en esta ciudad puede pasar y decírselo.

La miré con asombro antes de decirle:

— Esta es una carta que viaja en el tiempo, está escrita para una mujer que me espera mañana. Si llega hoy o se entera de la propuesta, no será la mujer que quiero.
— No me enrede la vida, que yo me la enredo sola.
— Es simple, la mujer que me dará el sí debe ser alcanzada en el tiempo, y solo una carta que tiene tránsito lento la puede alcanzar a su debido tiempo.

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