Vivo en el barrio, es una pequeña ciudad, digamos que un pueblo, voy por la avenida sin caminar más allá de quince o veinte calles, antes de llegar a la última, encuentro lo que necesito, pongamos que esta vez estoy buscando a una persona con una máquina de coser y unas tijeras que corten la parte inferior del pantalón porque supera por centímetros la longitud de mis piernas.

A seis calles de mi casa, a la vuelta de la esquina, está mi bar favorito, allí, tres personas jóvenes, dos mujeres y un hombre me reconocen con mi nombre y en cada ocasión se ocupan por reconocer en mi rostro las emociones que me acompañan, también así ellos se reconocen en mis ojos y aceptan mis preguntas acerca de cómo les va en la vida.

Voy a tomar café entre semana y los días marcados en el calendario como no laborables a un lugar en donde dos mujeres sonríen ante mis imprudencias porque cuando ellas preparan el café me preguntan sobre lo que está marcado para ellas en el destino, y yo, que conozco el juego, les digo cualquier cosa con tal de que su sonrisa se mantenga abierta y me respondan alegres acerca de lo posible o imposible de mis premoniciones.

La hija menor de la vecina tiene apenas unas semanas, todos hemos dicho, y nos hemos entendido, nació de parto normal, y la madre nos agradece la manera en como ponemos el nombre de su hija en medio de buenos deseos. A un señor lo operaron de la próstata, y una amiga que trabaja en modos discretos me ha preguntado si ha perdido a uno de sus clientes o, por el contrario, ahora estará con mayor frecuencia haciendo uso de sus servicios.

Este barrio es un pequeño pueblo en el que tarde o temprano las noticias son conocidas por todos, y lo digo porque el señor que vive a tres calles de mi casa está golpeando mi puerta para reclamar que su hija haya pasado conmigo la noche anterior sin haberle avisado a él que los dos nos estábamos reconociendo en la desnudez de la palabra. De esto supo una amiga de su esposa, ella fue quien le dijo en donde podría encontrarla.

Este barrio de ciudad es un pequeño pueblo en donde todos somos apenas lo que los demás aprecian de nosotros, y quizá, eso es todo lo que necesitamos, ser apreciados de alguna manera por quienes viven en nuestro entorno.

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