Alguien ha publicado en las redes que en mi calle durante esta noche se celebra una besatón. No supe en qué momento pusieron cintas rojas y bombas llenas de helio con forma de corazón. Ahora veo por la ventana la mayor cantidad de besos por metro cuadrado. El andén a ambos lados de la calle está lleno de parejas besándose y haciéndose fotografías mientras lo hacen. En la calle, varias veces los conductores han debido usar la bocina y pitarle a quienes se quedan en medio de ella besándose ciegamente sin importar que puedan ser atropellados. Varias veces de los autos han descendido parejas a besarse, luego, se marchan haciendo ruido con la bocina.
La muchacha metalera que atiende uno de los locales en el centro comercial está de pie viendo desde la esquina a los besadores. Tiene la falda corta y a cuadros con que la vi esta mañana, no alcanzo a distinguir desde mi ventana, pero supongo mantiene puesto la liga de cuero apretada a su pierna derecha, seguro mantiene los labios pintados de color oscuro y las líneas del mismo color surcando sus ojos. Alguien ha venido con una guitarra. Se le acerca a ella, la veo sonreír y negarse a lo que sea que la estén invitando.
Calculo que podré estar en la misma esquina con ella en unos cinco minutos. Me pongo los tenis, cierro los botones de la chaqueta, y bajo por las escaleras corriendo. En la portería hay una romería de vecinos observando a las parejas besarse. Algunos de ellos, los que están con su pareja se besan por imitación. La señora del piso sexto utiliza toda su sutileza para evitar ser besada por su esposo. Apenas los veo recuerdo que discuten regularmente y yo los escucho gritarse el uno al otro acerca de qué van a morirse. Camino apenas unos metros y veo a la metalera recostada riéndose.
Me acerco y saludo. Es una apuesta fuerte, espero me recuerdo por las veces que he pasado a comprar camisetas de Led Zeppelin, The Ramones y Pink Floyd. Recibo una sonrisa de vuelta junto con un saludo cordial. Le muestro la ventana de mi apartamento, y le digo que la vi desde allá. Explico mi intención para bajar a ver más de cerca a los besadores, pero solo al ver a alguien conocido me atrevía a hacerlo. Ella ríe. Me acusa de indiscreto y voyerista. Respondo con una risa tímida. Alguien se acerca, le propone besarla. Responde con un no acompañado del movimiento de su cabeza negándose a la propuesta.
Unos jóvenes pasan corriendo, ella y yo no acercamos, un acto instintivo de protección. Mi brazo en el borde superior de su falda. La ternura de su mano sosteniéndose en la mía. Sonreímos. De pronto dice, te van a quedar los labios pintados de negro, y yo respondo, los tuyos van a quedar rojos en su color natural.
Desde la ventana no se ven los que estuvieron besándose. El silencio nocturno se acompaña del ruido de los automóviles. J….., ese es su nombre, mira a través del vidrio hacia la calle. Tiene puesta mi camiseta de Pink Floyd. Está hablando para ella, aunque yo la escucho con claridad. «Los besos transforman en energía el aire alrededor, durante varias horas se mantiene girando en el mismo lugar. Cuando uno pasa por donde dos se besaron recibe esos besos también. La calle está besando a todo el que pase por allí»
Desde la cama en donde estoy buscando uno de sus aretes le respondo, sin que ella haya dicho eso con la intención de obtener una respuesta, “sí, es una gran idea la tuya”. Ella gira, se lanza a la cama, me abraza, y tras haber mordido uno de mis hombros dice, «te voy a besar muchas veces para que todas tus palabras sepan besar como yo»
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