Tu nombre

Hay una cartografía en los nombres que hace uso de las letras para que al pronunciarlos pueda escucharse entre ellas aquello de lo que fueron hechos para entregarlos a quienes responden cuando se dice en voz alta. Estas son instrucciones mínimas y vagas para descubrir algo de lo dicho en ti.

Uso una línea recta en dirección sur desde la parte inferior del párpado izquierdo, cruzo usando la yema del dedo meñique sin pretender huella alguna y reconozco en tu mejilla la ternura de una caricia en tu infancia o el roce de una sábana antes de tu sueño. Tomo la firmeza de un ángulo recto y dirijo la línea con el dedo pulgar hacia la derecha. Dejo que del silencio de la palma de mi mano surja una palabra, pongamos que dice, silencio, y finalizo en la comisura derecha de tu boca.

Con el dedo anular delimito la frontera Este de la nariz empezando desde el centro de tus cejas y yendo hasta el borde del mismo punto cardinal en tu boca. Concedo al dedo del corazón la misma pista en la otra ladera que junta a tu nariz con la mejilla y lo llevo al borde Oeste de la boca. Con estos dedos unidos trazo una línea arriba del arco de cupido, paralela a tus labios, me aseguro de que limita a cada lado con las líneas imaginarias que descendieron desde el centro de las cejas.

Extiendo los dedos índice y pulgar, con cada extremo de ese arco abierto toco brevemente las cejas, organizo una sucesión de temblores, desciendo, toco los ojos cerrados, aprendo la simetría de tus pómulos, la disposición para la sonrisa que se presiente en tus mejillas. Hago una medialuna que la cerraré en el hueco del mentón, apreciando y resistiéndome a la tentación de estar cerca de tus labios.

Hago un círculo alrededor de tu ojo izquierdo tomando como guía la línea de las cejas y la parte alta del pómulo. Soy prudente al sumergir en mi mirada en tu pupila. Traigo una línea vertical desde la cola de la ceja hasta una línea imaginaria en el centro de tu mejilla. Desde el borde del círculo por donde veo la pupila dirijo una línea hasta la aleta más cercana de tu nariz.

Repito el movimiento originado en el centro de tus cejas habiendo aprendido el recorrido de las líneas, me ocupo esta vez en percibir una ola aérea que cruza hacia tus pulmones, un gesto con intención de pasar desapercibido conteniendo una sonrisa. Evito mirar hacia tus ojos, es sabido que atrapada mi mirada allí se descubrirá entusiasta, pero frágil, anhelante y temerosa.

Imagen de Wokandapix en Pixabay

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s