Hay una mirada con intención de dirigirse a un destino, una sucesión de puntos, una línea recta, o una línea curva, en ascenso o en descenso, hacia el este o el oeste. Hay una manera de hacer el trazo desde la distancia, extendida con los ojos abiertos abarcando todo con abrebocas y ojobesos. Hay dedospiel con la intención de trazar las líneas, una línealengua midiendo los temblores desde cualquier lugar antes de ser tocado por el borde de la tela. Hay tela, y las manos quieren hundirse debajo de ella.
Está la intención de los meridianos para distinguir oriente de occidente y viajar a uno y otro lado de la línea para descubrir que hay pares para el cóncavo y convexo en la palma de las manos cuando encuentran el lugar preciso para abrirse y cerrarse. Paralelos son el deseo y la timidez que no se tocan, y también sin serlo comparten esta definición la mirada y la piel que solo se provocan sin tocarse.
Dos círculos, con sus simétricos a la distancia de temblores sin resultado preciso en la suma, unas formas ovaladas ofreciendo el volumen apropiado para las palabras, beso, labio, dientes. Hipérboles y parábolas ejerciendo la geometría que hace oscilar entre querer, provocar, desear, contener, y sobre todo, componer un compás trepidante a quien lee estas líneas.