Escritor, libro, lector. Amante, cama, pareja

Los escritores, el libro, y el lector forman una triada similar a el amante, la cama, y la pareja.

El lector quiere unas veces encontrar en el libro palabras que lo reconforten, ser sorprendido por conocimientos a los cuales él no había accedido, encontrar aquello que sabe para reforzar su entendimiento, sostener un silencio largo con los personajes del texto.

La pareja quiere unas veces encontrar en la cama caricias que la reconforten, ser sorprendida con detenimientos en su cuerpo que ella desconocía, encontrarse en lo que sabe de ella misma para reforzar sus certezas, sostener un silencio largo con quien la acompaña en la cama.

El escritor cuando escribe supone haber puesto una manta de voces que abriguen, sorprender con algo de su propia cosecha que nadie ha escrito, expresar la vigorosidad de su conocimiento y sabiduría, darles a los personajes la capacidad de callar y conversar con el lector.

La persona que ostenta el rol de amante supone estar acariciando en el ángulo justo con que se mide la ternura, ser un osado y sorprender con movimientos y caricias que su pareja desconocía, dar aquello que están necesitando sin que lo digan, sostenerse entusiasta en la conversación y en el silencio.

Y no, no pasa lo que uno espera. El lector se busca a sí mismo en los personajes, y encuentra narraciones llenas de adjetivos que no le dicen algo que le permita asirse, la pareja quiere la caricia tranquila de la ternura y el amante viene desbocado con el ímpetu de la prisa, el escritor pone todo su conocimiento a prueba, y el lector solo quiere silencios largos para reconocerse, el amante está dispuesto al todo y pone incluso en riesgo sus modales con el cuerpo, pero la pareja está ansiando un abrazo, una palabra.

La pareja quiere la fuerza de las muchas formas en que se abre un cuerpo, y el amante con sus grietas solo puede ofrecerse un instante antes de caer ser vencido por sus sombras, el lector desea la profundidad del conocimiento, pero el escritor ha puesto en esas páginas sus aproximaciones a la ternura de la adolescencia.

Así estamos, lectores, amantes, escritores y parejas, saliendo de libros y de camas sin encontrarnos en la misma frecuencia con el otro.  

Imagen de makunin en Pixabay

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