Sola

El domingo en la mañana se siente sola, y la palabra «sola» no es simplemente un adjetivo, es una cosa con vida propia que se ocupa de extenderse por cada uno de sus pensamientos. En general viene acompañada del miedo, ya no se sorprende de eso, ha venido acostumbrándose porque, siendo este un día de descanso, puede quedarse en la cama sin sentir el afán de ducharse y vestirse para el trabajo o de levantarse pronto para arreglar las cosas de casa y lavar la ropa como lo hace los sábados. Piensa, y lo hace demasiado, no como los otros días de la semana en que las cosas del trabajo le ocupán todos sus pensamientos, y eso no es pensar, solo es una rutina con la cual adelanta mentalmente lo que será su día laboral. Los domingos piensa en ella, en el ser real que nota lunares en el cuerpo y no puede orquestar una manera de llevar la boca sin que los labios adquieran esa sombra que hace mover las comisuras hacia abajo. Hoy, por ejemplo, reconoce que mañana tendrá 24 horas menos de vida y no podrá ya hacer otras cosas que le hubieran gustado, sin embargo, y es lo peor, tampoco se ha dado tiempo para pensar en qué haría si tuviese 24 horas libres para ella, lo que la lleva a sentir nuevamente miedo porque, esas horas serían como un domingo en donde puede pensar libremente y sus pensamientos la llenan de miedo.

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