Las mujeres son de tierra firme; yo apenas logro sostenerme un poco y nuevamente estoy dando giros en el aire.
Las mujeres son de aire, mientras a mí todo me pesa y, paso a paso, voy encallando en la tierra.
Las mujeres son de fuego, y mírame, tú que te asomas a mis ojos con ternura, yo soy una leña seca que de caer fuego allí pasaría a ser ceniza y brasa.
Las mujeres son de agua, fluyen todo el tiempo, yo en cambio estoy como una roca sin saber a dónde ir o a dónde volver.