Con la D mayúscula

Estás sentado junto a Dios, con la D mayúscula como lo escriben los creyentes, aunque tú no seas uno de ellos. Ahí está él tomándose una taza de té mientras tú vas por la mitad del café que trajo a la mesa una muchacha peruana. No es Perú, es la ciudad de Bogotá, una panadería para la cual trabaja esta muchacha que creyó en un muchacho conocido por Internet con quien iba a casarse, pero solo fueron un par de noches de sexo y la dejó metida en un motel del centro, por la Jiménez con cuarta. Dios tiene un cubo Rubik entre sus manos, lo arma a mayor y menor velocidad según vamos hablando, incluso cambia los colores de las piezas, todo sin estar mirándolo. Me ha dicho desde el comienzo que tiene un inconveniente conmigo, algo ha salido mal y estoy fuera de sus planes, una verdadera implementación del libre albedrío. Me parece que es un problema complejo, él lo acepta y sigue conversando de una cosa y de otra.

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