Así están sentados sin liturgia alguna, yendo de izquierda a derecha como quien no sabe bailar otra danza que la de un pie que se aleja y se acerca al lado del otro. Son esos mismos los que aplauden cualquier oligarquía que los libere de las dudas o agradeciendo a los anarquistas que alegan una sociedad más rica de individuos libres. No caben tantos dioses como quisieran los vendedores de farmacias del espíritu, ellos quieren uno para cada uno, pero ha demostrado la historia que de nada sirve un dios si uno es su único devoto. Así están comprando un dios de los que ya están usando otros sin arrepentimiento, así están convenciendo a los demás para seguir su idolatría. Hay una línea de tiempo que se les antoja larga y llena de compromisos consigo mismos y con otros, alguien que los salve, eso piden a gritos, y siempre hay alguien vendiendo una pastilla que contiene todo lo que creen les hace falta.