No sé de su estado de ánimo, traen la comisura de los labios alargándose hacia abajo, los ojos no reflejan con ardor la luz que llega a la pupila. No sé de sus compromisos sociales, una curva acentuada en su frente recuerda los días de geometría en la escuela cuando las líneas quedaban curvas y las curvas no se entendían, así su frente marcada por unas líneas que parecen invisibles. Yo no sé su peso, y cuelgan de sí mismos como si de verdad estuviesen llevando en sus hombros su propio peso.