La ventana está cubierta por una cortina roja, es la única en el edificio con ese color. Desde dentro unos ojos observan hacia la calle, si cabe decirlo, ojos silenciosos observando todo lo que afuera produce ruido. No pasan automóviles a esta hora, es demasiado tarde para que la calle esté cubierta por el caucho de las llantas. La mujer que observa quiere ver al gato de la vecina que sale a esta hora, sube por las escaleras, se cuela por la puerta que ella deja abierta, y luego viene hasta la cortina para esconderse tras ella y afilar sus uñas.
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