La preparación de la comida en la cocina tiene mucho de la liturgia amorosa que se da entre dos personas que se aman. Los ingredientes solos, separados no tienen sentido alguno, es en la combinación de ellos, en el uso con justa medida de las cantidades la que los vuelve necesarios al uno para el otro. El modo en que se combinan, el orden de las combinaciones, todo eso es lo que constituye un plato de comida, todo eso es lo que convierte al amor en un lugar natural. Los platos, el orden en que se lavan, eso tiene un símbolo poderoso con el amor, no es lo mismo dejar todo para después como si las relaciones no se dieran la oportunidad de ir limpiando las equivocaciones, y ahí puedo hablar del agua que es como el perdón, está para lavarlo todo tras cada mancha, tras cada avería que produce la relación.El agua en cada preparación, puesto en medida exacta y en el momento apropiado, el perdón para servir de pegamento a lo que se está quebrando, puesto en medida exacta y en el momento apropiado. Los aromas que van surgiendo de la cocción, de las combinaciones, de la espera de las verduras abiertas en el plato, así como las conversaciones que surgen solo con la pareja, cigual a una excavación del que se es para mostrarse al otro frágil y fuerte a la vez.
