Aprecio la comprensión de las paredes, el respeto del techo y la solidaridad de los muebles, agradezco a los vidrios la sobriedad con la que se niegan a la luz y a la sombra, la pulcritud con la cual las puertas se quedan en silencio observando mi estar callado cuando vuelvo a casa después de las horas de trabajo en la oficina.
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