La punta de la lengua, lugar imaginado en donde queda tu nombre cuando la memoria tarda y traga de sí misma para escupir el olvido. En la yema de los dedos una sensibilidad transmite del abstracto a la letra, en un bosque geográfico de líneas se escriben las letras que al leerlas te nombran. A la sombra y los colores da oportunidad de ofrecer imágenes, en el roce visual sobre las formas detalladas descubren un llamado para que se relacionen las líneas de la letra con la imagen de tu cuerpo. En la punta de la lengua, en la yema de los dedos, en el roce visual están al mismo tiempo la memoria y el olvido que te recuerdan y olvidan.
Imagen de Michael Gaida en Pixabay
Muy bueno