La vida, en cambio, es otra cosa, es una especie de mercado peninsular, en donde mar y tierra erosionan la mirada, y pasa por diversión, y divierte al ocurrir, y también, como ha de ser, es juego y miedo al mismo tiempo. La muerte, la muerte es un asunto serio, sin juegos, ni divertimentos, es un absoluto escalón por el cual vamos hacia el lugar del cual con el nacimiento nos dejaron escapar.
