Esta madrugada atravesamos el bosque, no habían sonado las campanas de reloj alguno indicando alarmados que era hora de levantarse. Desde el patio de casa tomamos un atajo pasando por la casa de uno de los vecinos, su perro nos ladró unos segundos, pero desistió ante la caricia de uno de nosotros. El propósito era contar los pasos de ida y de vuelta, solo eso, dar por descontado que todo existe. Fuimos todos, cada uno lideró una parte del trayecto, solo aumentando un número al otro, primero hasta el borde en el fondo, y luego de vuelta hasta casa.