En la otra esquina una bandada de aire huye de esta calle en la que todos parecen estar sellados por una indiferencia crónica, nadie se mira, todos cruzan a disgusto sus pasos con los de los otros, más que acariciar el silencio, se lo tragan hasta parir en su rostro una imagen de hastío, de preocupación o de angustia. En la otra esquina el aire se deja sacudir por una corriente aérea que venía de algún bosque, siente una mejoría en su ligereza, ya no pesa tanto, puede volver a elevarse, y así va, el aire es una banda de pájaros hurgando en lo invisible de la tarde.
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