Escribes una palabra, la borras, lees en voz alta la última oración, no te gusta el tono, vuelves a borrarla, no es la vida, no puede borrarse lo que se ha hecho, aquí sí, en este papel imaginario en donde pones una voz con otra. Miras el reloj, la idea del tiempo circular la tienes porque las manecillas giran y retornan a la misma vuelta. De tus imaginarios traes una mujer, no la puedes componer en todas sus formas, te quedas con la imagen de su sonrisa, esa es fácil, piensas en un verso a la sonrisa, a la expresión de la alegría desde la boca.
