Le digo al conductor que puede dejar el radio apagado, podemos ir en silencio sin la música, solo escuchando el ruido de las calles de la ciudad. Ocho minutos después de iniciada la ruta parece no poder contenerse ante el silencio y empieza a hablar. Yo quiero atenerme al silencio, seguir con la lengua entumida y el oído atento a los ruidos que anoche no me dejaban dormir en la casa, es una urgencia saber que no vienen conmigo y que solo son fantasmas nocturnos.
