A la esposa del ciego la persiguen los borrachos que van al bar al final de la calle, uno de ellos se para en la esquina y la ve salir al balcón de su casa, ella suele ponerse unas faldas de tiro mediano que no le alcanzan las rodillas, y mientras él se fuma un cigarrillo ella abre las piernas. No sé yo si él alcanza a verla, no sé si ella imagina que puede ser observada. El ciego, mientras tanto, escucha un tango que suena en un radio que solo él tararea.
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