Visitas a la memoria infantil I

Era noviembre y el viaje que había aplazado en varias ocasiones se le presentó de pronto sin más opción que la de subirse al autobús, tomar el asiento asignado, esperar a que marchara por la carretera y ver como el destino se volvía inevitable.  La casa de su abuela era más pequeña, las calles menos anchas, los árboles no eran gigantes, siempre había recordado la calle en la que vivió en su infancia como un lugar grande, de amplitud extrema, ahora a sus treinta y dos años comprendía que sus ojos de niña eran más grandes y le cabían más cosas que los que usaba ahora.  La sensación de haber cambiado de ojos le vino de pronto, entonces se puso la mano en la cara e hizo un gesto de fastidio por ese pensamiento tan raro.  Tomó el bolso en el que apenas había puesto una edición matutina, así decía cuando llevaba apenas un pantalón, una blusa y ropa interior para un viaje, ropa de ponerse una vez, como los periódicos que se publican en la mañana.

Imagen de MAGIC BOIRO, SL BOIRO en Pixabay

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