Micción imposible

Yo la conocí en la fiesta de fin de año que organizaron en la compañía.  Ella estaba bailando con sus amigas, estuve observándola durante unos minutos, tres canciones, a la cuarta me acerqué para pedirle bailar la siguiente.  El pie va, la rodilla se dobla, el cuerpo gira, uno, dos, tres, mi mamá me enseñó muy bienLa siguiente y la próxima, y otra vez estoy con María, ahora ya se más sobre su vida, le hablo cerca del oído, ya le he dicho varias veces, preciosa, a donde vayan tus pies iré contigo a bailar‘. La fiesta terminó a las cuatro de la mañana, yo fui al baño, a limpiarme un poco la cara, ya tenía preparado el discurso para proponerle ir a otro lugar, seguro que no dormiría esa noche.  Cuando volví a la mesa en donde ella estaba con las amigas, ya no había nadie, di una vuelta y otra sin encontrarla.

En las semanas siguientes estuve averiguando en las otras áreas de la organización, de manera prudente y discreta.  Nadie supo darme razón de ella, además no la vi aunque encontré siempre una excusa para estar en las otras áreas, quizá en esas semanas conocí a más personas de la compañía que en los doce años que llevaba trabajando.  Cumplí cuarenta y ocho en la semana que la conocí, esa fue una de las tonterías que le dije. El mejor regalo de cumpleaños que me puede dar la fortuna, que mañana tú y yo compartamos desayuno

El área de publicidad está en la otra sede, al norte de la ciudad.  Ellos comparten espacio físico con las áreas comerciales.  Allá no fui y no tenía confianza como para ir en cualquier momento con una excusa sin sentido, supuse que ella trabajaba allá.  Conseguí la lista de nombres de las mujeres del área, ninguna María trabajaba ahí.

El consultorio del médico que escogí para la evaluación, por casualidad y esfuerzo mío en conseguirlo, queda a unas cuadras de la sede en donde se encuentra el área de publicidad.  Había estado yendo durante meses, sin que me atreviera a aprovechar la casualidad y entrara a esa sede de la compañía.  Fui el jueves en la tarde, le comenté a mi jefe que podría estar ahí en caso de que me necesitara, él me vio con seriedad innecesaria, me mostró el teléfono móvil.  Lleva el tuyo, seguro que contestas. Claro, digo que podría conectarme a la red en caso de ser necesario. No había necesidad de conectarme, el jefe no llamó al móvil, yo pasé por el área de publicidad y la vi. Olvidé que debía comprar la medicina, borré de mi memoria que a un par de calles hay una droguería en donde la he comprado siempre.

Sonreía viendo mi cara de sorpresa.  Hablamos un rato, estuvo coqueta conmigo, su belleza era deslumbrante.  Le recordé que aquella noche habíamos quedado en organizar una salida para bailar, ella me habló con picardía. Aprovecha ahora que puedes mover la cadera. Quedamos en ir a una discoteca que está por fuera de las zonas conocidas, ella estuvo de acuerdo en que no sería mejor no ir a los sitios a los que iban nuestros compañeros de trabajo.  Yo escogí la discoteca, la verdad, más que la discoteca escogí la zona, alrededor del lugar hay varios moteles, de hecho lo que escogí mientras le proponía el lugar fue el motel al que la llevaría.  Cosas de hombres, velocidad de pensamiento, curso de marrullería

La fórmula médica se quedó en la guantera del auto.  Las recomendaciones del médico, bien seguidas durante los meses anteriores no fueron atendidas esa noche.  Ella pidió cocteles y yo, por una soberbia infinita que ahora reconozco parte íntegra de mi actitud como macho alfa, pedí tequila.  Bailamos, bailamos.  El pie va, la rodilla se dobla, el cuerpo gira, uno, dos, tres, mi mamá me enseñó muy bienLa siguiente y la próxima, le hablo cerca del oído, ya le he dicho varias veces, preciosa, a donde vayan tus pies iré contigo a bailar

El motel estaba en donde debía estar, ella igual que yo estaba entonada, se opuso un rato, me apené con cinismo, y seguí hasta que estuvimos sentados en la cama.  Ella jugaba con los objetos sexuales que había en una vitrina, yo mientras tanto fui al baño, ya no aguantaba.  Estuve sentado un segundo, dos segundos, apretaba los ojos, empecé a sentir lágrimas cuando ella ponía música. Y bailo contigo, y tengo juguetes que puedes usar conmigo.  Ella se acercó al baño, yo tenía el rostro lleno de lágrimas, no sé si estaba pálido por el dolor o si estaba rojo de tanto hacer fuerza. ¡Te envenenaste con Viagra!

 La ambulancia ingresó al motel cuando ella se había ido.  Me llamó a la mañana siguiente, yo seguía en la clínica.  Te mandé al correo unos remedios caseros que son efectivos para la inflamación de la próstata.

Imagen de Bruno Glätsch en Pixabay

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