La mejor de mis amigas duerme a pierna suelta cada noche, pone limite a su periodo de hibernación solo los días en que por costumbre social accede a ir en punto a la hora de inicio del trabajo. Los días en que no es requerida por ese hábito, apaga el reloj, retira de su lado los objetos que pueden hacer ruido y duerme hasta que el cuerpo dice, guardemos sueño para más tarde, entonces se levanta, pasa por el baño y se desprende de los residuos producidos por el consumo de energías biodegradables de su ser biológico.
No sueña, y si es que lo hace no trae a su momento diurno esas narraciones, dice siempre, lo que es del sueño se queda en la memoria donde duermo, lo que es de estar despierto se pierde luego en esa misma memoria. Esta tarde está sentada tomando café conmigo, me ha contado que esta mañana después de catorce horas de estar durmiendo le han asomado unas ojeras, además siente una satisfacción por el cansancio del cuerpo sobre la cama, placer de roca, lo llama.